jueves, noviembre 24, 2005

Performances




Marina Abramovic estaba decidida a ser crucificada. Se suponía que el acto iba a ser el momento culminante, quizá literalmente, de las siete noches de a menudo desgarradoras performances artísticas que presentará el mes próximo en la rotonda del museo Guggenheim de Nueva York. La crucifixión recrearía un acontecimiento casi mítico en el canon de las performances, en el que Chris Burden, en la primavera de 1973, hizo que le clavaran las manos al techo de un Volkswagen, que después pidió que sacaran de un garaje de Venice, California, mientras el motor rugía [...] Abramovic, en parte para demostrar que ahora está tan comprometida con esas ideas como cuando tenía 20 años, ha querido incluir no solo la crucifixión de Burden, sino también una recreación de una de sus propias obras, llamada Rhythm O, que considera la más radical. Representada en 1974, su premisa era de una terrorífica sencillez: aceptó estar de pie en una galería durante seis horas y que todo aquél que entrara en ella pudiera elegir cualquiera de los 72 objetos que la rodeaban- entre ellos cuchillos, tijeras, una aguja y un arma cargada- y utilizarlo con ella de la forma que quisiera. Fue la única obra en la que basicamente cedió al público el control sobre su cuerpo y sobre el dolor que podía sufrir.
Al principio, los participantes se iban implicando poco a poco, pero después de un rato rasgaron la ropa de la artista y le hicieron marcas, quemaduras y cortes en el cuerpo. Al final, un hombre agarró el arma e hizo que Abramovic la apuntara a su propia cabeza, tratando de obligarla a apretar el gatillo. Ella no se resitió, pero, al intervenir otros espectadores, se produjo una pelea. "Fue la única performance en la que estaba dispuesta a morir", afirma. Al explicar por qué, Abramovic cita al artista Bruce Nauman: "El arte es una cuestión de vida o muerte. Puede que sea melodramático, pero es así"


Fte: New York Times (cortesía del País 17-11-05)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La performance "Rhythm O" la ví en la tele hace algún tiempo, supongo que en Metrópolis.
La verdad es que las imágenes impresionaban, una fila de gente que pasaba frente a la artista para tocarle los pechos, besarla, abofotearla ,herirla...
Una performance que iba más alla de de lo impactante y te hacía reflexionar acerca de la forma que tenemos los humanos de relacionarnos .

Niloe dijo...

Si, estoy de acuerdo contigo. Nos podríamos meter en debates más densos sobre el arte moderno, pero están ya un poco manidos. Así ya está bien.