miércoles, agosto 27, 2008
Greg Mclean sigue empeñado en hacer cine de género marcando sus propias pautas, dos, concretamente. En primer lugar, el mimo con que retrata los espacios abiertos en los que enmarca sus historias. En segundo, una obsesión por la credibilidad, por obtener cuotas de realismo inusuales en este cine.
El resultado es un cinta más que correcta.
Eso si, yo no hubiera apartado tanto la cámara.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)