miércoles, agosto 27, 2008


The Signal se compone, como un mal rompecabezas, de tres partes que no encajan. Tres partes incapaces de una coherencia emocional o, siquiera, de un tránsito adecuado. Lo que para algunos será un experimento interesante, para mí fue un coito interruptus.

Los lugares comunes, al principio solo una anécdota, terminan ahogando el nervio y la tensión de una cinta que, por otra parte, no está nada mal realizada. Una pena.

Greg Mclean sigue empeñado en hacer cine de género marcando sus propias pautas, dos, concretamente. En primer lugar, el mimo con que retrata los espacios abiertos en los que enmarca sus historias. En segundo, una obsesión por la credibilidad, por obtener cuotas de realismo inusuales en este cine.
El resultado es un cinta más que correcta.
Eso si, yo no hubiera apartado tanto la cámara.