viernes, diciembre 26, 2008

Milk


Gus Van Sant cuenta las cosas como si se contaran solas, nos coloca allí, donde la vida está ocurriendo, y miramos. Y todo ocurre de forma natural. Las emociones fluyen sin ser forzadas, sin que las molesten. Hasta que él decide que es hora de despertar. Hora de ver lo que no queríamos ver. Y entonces la escena se te queda clavada, y duele.

No hay comentarios: